Donde antes había un campo de fútbol,
ahora hay un aeropuerto. Donde antes practicaban deporte, ahora pasan
aviones. Y donde antes había equidad entre hombres y mujeres, ahora
se está luchando para recuperarla y que ambos sexos vuelvan a
equipararse. Esta es la historia de cómo dos jóvenes de Barcelona,
Micky y Víctor, están resurgiendo el fútbol femenino en el corazón
de África con su proyecto 'Dos clubs, Dos barrios, 1 Sueño'.
En la capital de Burkina Faso, Uagadugú, todavía hay un club de fútbol llamado Santos FC. Una institución deportiva histórica en el país que desarrolla una importante tarea social, gracias a la gestión y organización de todos los vecinos. Pero, sobre todo, un espacio de encuentro para que los niños y niñas del barrio puedan disfrutar de actividades deportivas, de ocio y educativas. Hace años, este club burkinés era el referente de la ciudad para practicar deportes, con varias selecciones de base femenino y masculino, e incluso disfrutando de las secciones de baloncesto femenino y masculino. Sin embargo, a causa de la carencia de recursos materiales, logísticos y humanos, el club burkinés decidió eliminar todos los equipos femeninos del club.
“Hace unos años, el Santo sufrió una deslocalización ya que justamente donde se ubicaban se tenía que construir parte del aeropuerto de la capital. En ese momento sufrieron una falta de recursos, falta de logística, económica...y se deshicieron de los equipos femenino, ya que eran los conjuntos que menos peso tenía en ese momento”, nos contextualiza Micky Serra, impulsor de este proyecto junto a su compañero Víctor Rodríguez. Ambos son entrenadores en el FC Martinenc, histórica entidad polideportiva del distrito barcelonés del Guinardó.
“Iniciamos el proyecto porque ambos tuvimos la necesidad de aportar nuestro granito de arena a la sociedad y hacerlo con una contribución sociobenéfica. Buscamos los lugares donde más podíamos ayudar y encontramos la Asociación de Burkineses de Barcelona. Les presentamos nuestra inquietud y justamente había una persona con mucho vínculo con un club de barrio de la capital, el Santos FC. En su día, era un club reconocido y potente de Uagadugú”, explican.
En ese instante empezó a gestarse el proyecto y se le presentó la propuesta al Martinenc. “A nuestro club le interesó porque ellos también están apostando por el fútbol femenino. Se intentó buscar una aportación recíproca entre ambas partes. Hicimos una recolecta de material deportivo en un torneo benéfico y se recaudó aproximadamente media tonelada”. La Federación Catalana de Fútbol, el Espanyol, empresas con vínculos deportivos y los aficionados contribuyeron a la causa.
Micky y Víctor zarparon en 2019 rumbo a Burkina Faso para conocer la realidad de primera mano y para ambos fue una experiencia enriquecedora a la vez que impactante. “No sabíamos con que nos encontraríamos y si su bienvenida sería positiva pero desde que pisamos el aeropuerto nos recibieron increíblemente. Sin ver absolutamente nada, solo con nuestra presencia, ya nos transmitieron su agradecimiento y gratitud. Estamos hablando de un campo de tierra sin vestuarios, que en las mismas oficinas se cambian las jugadoras, que no hay baños, que se pintan las líneas en cada partido...”.
“Cuando llegamos formaron el primer equipo femenino pero aún no compiten. La intención es federar el equipo, que compitan y crear un Cadete-Juvenil. Los entrenadores tienen muchas ganas pero se necesita formación e implementar metodología”. El objetivo no es cerrar el proyecto tan pronto esté consolidado sino intentar mantenerlo y crecer: “No queremos llegar, devolver el fútbol femenino e irnos, sino que queremos consolidarlo. Ojalá pueda formar parte de alguna Fundación y dedicar mi relación laboral a esta rama humanitaria”. A raíz del impacto y trascendencia mediática, otras regiones del país – se llegaron a reunir con el monarca de Burkina Faso– y países africanos se interesaron en conocer el proyecto para implementarlo en su zona.
Y esta es la historia de dos jóvenes de Barcelona a quienes se les despertó la inquietud de aportar su granito de arena al mundo y el mundo ha sido quien, al mismo tiempo, les ha devuelto su aportación con una gratitud de una dimensión universal. Por más sueños en el planeta como los de Micky y Víctor.