La jugadora canaria emprendió este verano su primera aventura lejos de su Gran Canaria natal
Abandonar tu zona de confort y emprender una nueva aventura por primera vez a más de 2.000 kilómetros de distancia de casa no es una decisión nada fácil de tomar, pero en la vida no es oro todo lo que reluce y también se deben tomar nuevos retos y caminos. Haberse equivocado o haber acertado lo acabará determinando el propio tiempo.
La historia de
Mar Rubio (1994, Las Palmas de Gran Canaria), delantera del AEM Lleida desde este pasado verano, ha vivido precisamente en primera persona este cruce de luces y sombras. De tener una mochila cargada de ilusiones a tener que cambiarla por otra con la ilusión renovada y aceptar golpes inesperados.
“Ha sido un verano complicado a nivel personal.
A principios del verano yo tenía un preacuerdo con un equipo de la Primera División de Portugal, pero a última hora, a cinco días de empezar la pretemporada, se truncaron los planes y no se pudo empezar la nueva aventura que tenía acordada. Imagina tener ya todo el viaje y nueva vida organizada y de un día para otro no tener alternativa”, narra en primera persona la nueva jugadora del
AEM Lleida.
“Asimilar una situación así no ha sido fácil, ya que tenía que modificar mis planes de un día para otro. Con el paso de los días, ya pude asimilarlo y hay que ser consciente que en la vida todo pasa por algo y se ha producido así”, añade Rubio.
La delantera canaria se abre en Futboleras y expresa las dificultades que tuvo a nivel emocional y que puede servir de ejemplo para otras jugadoras que se puedan encontrar en una situación parecida: “Para una vez que tomo la decisión de salir de casa me pasa esto. Fueron tres semanas muy duras, en las que estuve muy mal. Veía que los equipos habían empezado y yo me encontraba sin equipo. Lo pude encarar de la mejor manera y posteriormente me llegaron nuevas ofertas”.
A finales del mes de agosto, la ariete canaria se decantó por la opción catalana y emprendió un nuevo camino en la capital ilerdense. Aceptar la propuesta del AEM no ha sido una decisión sin fundamentos, ya que ha aceptado la opción que mejor casa con sus ideales, pero también con aquello que ha vivido en sus últimas temporadas en el Juan Grande.
“Yo sabía que llegaba a un club muy humilde y que se puede equiparar con el Juan Grande, el club en el que he estado toda mi vida. Me gusta la apuesta del club, que es prácticamente de forma exclusiva femenino y son los equipos grandes de la entidad”, justifica Rubio.
La nueva jugadora del AEM cerró su primera temporada en
Primera RFEF en el Juan Grande, donde era una de las referentes del equipo y pieza histórica del crecimiento del club en las últimas temporadas, aún así, era el momento de cerrar etapa. “En Juan Grande estaba muy a gusto, pero
me dije a mí misma que necesitaba salir de mi zona de confort y probar nuevas experiencias, equipos y crecimiento”.
En su renovado periodo en Lleida, la jugadora, de 29 años, tiene muy claro cuál es el objetivo: “el ascenso”. “El objetivo principal es subir a Primera División y si seguimos en esta línea se pueden hacer grandes cosas”. La figura de Rubén López y la relación con exjugadoras con las que había compartido vestuario, fueron otras de las razones de peso por las que se decantó por la opción del equipo azulón “Conozco a Rubén muy bien y en parte de la decisión de venirme fue gracias a él. Un entrenador que ha confiado mucho en mí. También he compartido vestuario con Raquel y Alba Quintana, Evelyn, Paula… son muchas y ha sido muy fácil poder adaptarme al club, al equipo y a la ciudad”.
Desde Futboleras le deseamos mucha suerte a Mar Rubio en su nueva etapa en el AEM y es todo un ejemplo de aceptar el camino y los tropiezos que a uno se le presenta en la vida y afrontarlo con la mayor fuerza y actitud posible.