El Consejo Superior de Deportes tiene una patata caliente en su mano, una gran oportunidad para cambiar la situación del fútbol femenino español. La Asociación de Clubes de Fútbol Femenino, que ha apostado por la profesionalización desde su creación, ha recogido el guante planteado por varios grupos políticos tras la prematura cancelación de la Primera Iberdrola por estar categorizada como una competición no profesional. La Real Federación Española de Fútbol decidió unilateralmente, sin consensuar con clubes y jugadoras, que la mejor decisión era poner fin a la temporada. Probablemente, en una reunión en la que se hubieran expuesto todos los puntos económicos y de seguridad que hacían falta para la reanudación se hubiera tomado la misma decisión, pero es esa falta de consenso, la equiparación de la máxima categoría del fútbol femenino español a las ligas juveniles en el comunicado ofrecido a prensa y público, la que ha precipitado que la ACFF tome las riendas de la situación y elabore una propuesta para el cambio a Liga Profesional. Sin olvidar, claro está, que también nos encontramos un punto económico importante: la aparición del Real Decreto 15/2020 que otorga la comercialización conjunta de los derechos televisivos de la competición a la RFEF, tal y como adelantamos en Futboleras el pasado mes de abril. Los contratos en vigor de los clubes con Mediapro motivan que la Federación no pueda comercializar Primera Iberdrola hasta la temporada 2022/23.
No es necesario reformar la actual Ley del Deporte (que igualmente necesita una revisión, puesto que es de 1990) para catalogar la Primera Iberdrola como profesional. En esta Ley se establece que el Consejo Superior de Deportes será el encargado de Calificar las competiciones oficiales de carácter profesional y de ámbito estatal. Únicamente el Consejo Superior de Deportes. Los requisitos que se les piden a las ligas que quieran adquirir ese calificativo serían la existencia de vínculos laborales entre Clubes y Deportistas así como la importancia y la dimensión económica de la competición.
En cuanto a la Primera Iberdrola, la propuesta se centra en que cumple, hoy por hoy, los requisitos indispensables para ser catalogada por fin como Profesional. Por lo que respecta a las relaciones laborales, no solo el Convenio Colectivo del Fútbol Femenino, marco legal indispensable para ser tomado en cuenta por el CSD en esta evaluación de la situación, sino también que se ha cumplido con la obligatoriedad que estableció la RFEF de 12 fichas profesionales por equipo de la competición la temporada pasada. Aunque el convenio no esté publicado en el BOE –por la denuncia de UGT sobre el punto de las elecciones sindicales- los clubes que lo firmaron se han afanado en cumplirlo. Y son los mismos que presentan esta propuesta. Los mínimos salariales establecidos en el convenio obligan a los clubes a mover una masa salarial superior a los 5,6 millones de euros. Si hemos exigido a las jugadoras ser profesionales, a los clubes ser profesionales, incluso al colectivo arbitral ser profesional, bajo el pretexto del título de las Normas Reguladoras de la Competición generada a modo express por la RFEF este pasado año (Profesionalizado, según reza en las mismas. Concepto, por cierto, que no existe en el ordenamiento jurídico español) no caben medias tintas: la liga ha de ser Profesional.
Por otra parte, se ha de tener en cuenta la importancia y visibilidad de la competición. La máxima categoría del fútbol femenino español da acceso a Champions League y reúne, deportivamente, a las jugadoras que nos han puesto al top UEFA en el presente curso. A nivel mediático y de redes sociales, los clubes de fútbol femenino españoles tienen más de cinco millones de seguidores en sus cuentas. Este año, pese al caos que ha supuesto la falta de acuerdo entorno a los derechos televisivos, se han emitido más de cien partidos en directo, con una audiencia que ronda los seis millones de espectadores. En cuanto al espectador presencial, durante las últimas cuatro temporadas se han abierto 26 grandes estadios, con una afluencia de espectadores de 393.617. En diez de esos partidos se han superado las 20 mil personas. Cifras que no pueden ser consideradas de una competición amateur.
Los polémicos derechos televisivos, por parte de ACFF que es la que ha presentado cuentas claras al respeto, fueron vendidos en 3 millones de euros por temporada, a un total de 3 ciclos. Este valor audiovisual está inmediatamente después del de la ACB, que recibe 8 millones por temporada, lo que convierte a la Primera Iberdrola en la tercera competición en valor audiovisual de nuestro país, por delante incluso de ASOBAL o la LNFS. A parte de ese valor de mercado audiovisual, tasado el año pasado y sin preveer el crecimiento de este, que será revalorizado, sin lugar a dudas, al término del contrato, Iberdrola, como patrocinador principal de la competición, invierte otros dos millones de euros, y varios patrocinadores particulares como Stanley o Herbalife invierten entre 1,8 y 3 millones de euros a los dos equipos más fuertes de nuestra liga, FC Barcelona y Atlético de Madrid. Por otra parte, no podemos olvidar que a partir del 30 de junio el CD Tacón pasará a ser oficialmente Real Madrid. La potencia mediática del club blanco, así como la económica y la que se supone a su proyecto deportivo, atraerán a más inversores, con lo que la Primera Iberdrola alcanzará un nuevo escalón de relevancia en el panorama deportivo mundial.
La interpretación de la Ley del Deporte dejaba un punto de discusión al que se han aferrado políticos, periodistas, juristas y organismos durante años: el Artículo 24. En él se determina que “La denominación de las Ligas Profesionales deberá incluir la indicación de modalidad deportiva que se trate. No podrá existir más que una Liga Profesional por cada modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal”. Este artículo, interpretado mayoritariamente como una imposibilidad de que exista una Liga Profesional de Fútbol Femenino, refleja realmente que no pueden existir dos ligas profesionales de fútbol masculino, o dos de femenino. Limita la presencia de una liga profesional por disciplina y sexo, no por disciplina en exclusiva.
En el caso de que Primera Iberdrola fuera catalogada como Profesional, pasaría a depender de sí misma, no de la RFEF, tampoco de LaLiga. Se crearía una nueva entidad a tal fin, llamada Liga Profesional de Fútbol Femenino, que sería totalmente independiente, tal como lo son la ACB o LaLiga. Y ese nuevo organismo sería el encargado de organizar la Primera Iberdrola.
Las Ligas Profesionales –según reza el RD 1935/1991 sobre Federaciones Deportivas- son Asociaciones integradas exclusiva y obligatoriamente por los clubes deportivos que participen en las competiciones oficiales de carácter Profesional y de ámbito estatal. Tienen personalidad jurídica propia y gozan de autonomía para la organización interna y funcionamiento respecto de la Federación deportiva de la que formen parte.
Además, el mismo decreto establece que “son competencia de las ligas profesionales
a) Organizar sus propias competiciones en coordinación con las respectivas Federaciones deportivas españolas.
b) Desempeñar, respecto de sus asociados, las funciones de tutela, control y supervisión, estableciendo al respecto las normas y criterios para la elaboración de presupuestos y supervisando el cumplimiento de los mismos.
c) Ejercer la potestad disciplinaria en los casos previstos en Leyes, Reglamentos y Estatutos"
Otro de los puntos a tener en cuenta es que los clubes que no formen parte de LaLiga deberán transformarse a Sociedad Anónima Deportiva para poder formar parte de una competición profesional. En este punto es en el que se genera mayor controversia. Si bien es cierto que, de cara a la próxima temporada, solo cuatro de los clubes participantes en Primera Iberdrola deberían pasar por ese trámite –lo que supone que sería la competición en la que menos clubes tendrían que transformarse a SAD para participar en una liga profesional- tendrían un año para completar el proceso: tres meses para solicitar a la comisión mixta que se cree a tal efecto la fijación de capital social (un 25% de la media de gastos de la competición), otros tres meses para determinar esa cantidad, y seis meses más para completar la transformación.
En resumen: de ser calificada como profesional, los cuatro clubes que actualmente no son SAD podrían competir la temporada 2020/21 sin problema. La conversión a Sociedad Anónima Deportiva no es un requisitito para la catalogación de la liga como profesional, sino una obligación posterior. Es decir, se obliga a transformarse en SAD a los clubes que quieran jugar en una competición profesional. Para ello, la competición deberá serlo.
Esta misma semana se ha abierto el debate sobre la profesionalidad en otras ligas femeninas. La situación del Covid-19, como sabemos, no es problemática exclusiva de España. Ante el peligro de ingresos, la cancelación prematura, la seguridad física y jurídica de las jugadoras, etc, muchas ligas han planteado la opción de remitir a sus correspondientes organismos encargados de decidir la catalogación como profesional una propuesta parecida a la que se está planteando en España en estos momentos.
En el caso de Japón, la liga WeToo ya es oficialmente profesional. El objetivo no es otro que impulsar su fútbol femenino. El mismo camino que pretende tomar el fútbol inglés. En este artículo de The Guardian explican perfectamente la necesidad de apartar el fútbol femenino de la FA, incluso de la Premier League, y crear un organismo independiente que sea capaz de gestionar la liga como profesional.
Pese a tener, hoy por hoy, un enfrentamiento político en casi todas las áreas, todos los grupos políticos se han puesto de acuerdo en pedir que se dé un paso adelante en la catalogación de la Primera Iberdrola como profesional. No solo el Artículo 14 de la Constitución Española promulga la igualdad y la no discriminación por cuestiones de sexo. En el punto 9.2 establece también la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones para que la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas. Además, la Declaración de Brighton sobre Mujer y Deporte motiva a “acelerar el proceso de cambio para rectificar los desequilibrios que enfrentan a las mujeres a participar en el deporte”. Para impulsar el deporte femenino en general y el fútbol femenino en particular, crear una competición profesional marcaría un antes y un después, sería el punto de partida para una igualdad real y efectiva en el deporte.
Como bien recogía la FIFA en su Comisión de Reformas de 2015, “El fútbol actual es mayoritariamente masculino, pero no porque exista un desinterés o una incapacidad innata por parte de mujeres y niñas, sino como consecuencia de décadas de barreras institucionales y sociales que les han impedido participar en este deporte.” Es hora de poner fin a esas barreras institucionales. La propuesta de ACFF, medida, estudiada, fríamente calculada está ya sobre la mesa de la Presidenta del CSD, Irene Lozano. Tienen por delante una gran oportunidad para el Gobierno de ser el que rompa las barreras, de crear la primera liga profesional femenina en el deporte español. No se debería exigir al fútbol femenino más que lo que se exigió al masculino o a la ACB en 1990. En el momento en el que esas competiciones fueron catalogadas como profesionales su nivel de desarrollo económico era muy distinto del que disfrutan en estos momentos. El fútbol masculino, cuando se aprobó la Ley del Deporte, se encontraba en una situación económica muy delicada, con altas deudas. Considerar la dimensión económica de Primera Iberdrola inferior a la de LaLiga Santander o la ACB no significa que no pueda ser catalogada como profesional. ¿Se ha de ser más exigente con el fútbol femenino que lo que se fue con el masculino?
Nada debe impedir que se tome en consideración, que se evalúen los puntos que convierten a nuestro fútbol femenino en profesional. Lo son las jugadoras, lo son los clubes, obligados en primera instancia por la RFEF y en segunda por el Convenio Colectivo, lo es la competición en sí, en la que cada mínimo actor ha de ser profesional para participar (árbitros, medios de comunicación, empleados de club, etc). La falta de catalogación no puede seguir retrasando nuestro fútbol femenino. El Consejo Superior de Deportes, como máximo órgano con capacidad para modificar este punto, debe alejarse de los intereses económicos que frenarán la decisión, y que no son otros que las presiones por los derechos televisivos. El dinero pertenece a las jugadoras, que son las que lo generan. Dejen que se invierta en que se las tome, por fin, como profesionales.