Futboleras visita las instalaciones de la Women’s Soccer School, el único club exclusivamente dedicado al fútbol femenino en Barcelona
Un sueño, 600 euros para empezar, un equipo de trabajo comprometido y una cantidad de trabajo incansable. Esta reducción al absurdo sería un resumen muy básico de lo necesario para crear un club de fútbol. Así fue como se inició un proyecto pionero en Barcelona, de nombre
Women’s Soccer School. Siete personas, encabezadas por la exfutbolista y exjudoka,
Soraya Chaoui, iniciaron un proyecto que les cambió la vida tanto a ellas, como a muchas niñas, chicas y mujeres que tenían ganas de una cosa: jugar al fútbol.
Bajo el lema Cap nena en fora de joc, tras casi cinco años de historia, la Women’s (como se conoce entre sus integrantes) tiene a día de hoy
15 equipos y más de 220 niñas y mujeres jugando al fútbol en el que es el único club de la ciudad condal dedicado exclusivamente al fútbol femenino. Todo ello empezó en 2017, gracias al sueño de Chaoui y también a un grupo de chicas que querían ser respetadas como mujeres y futbolistas.
En busca de un sitio al que llamar casa
“Así que se creó este equipo, queríamos los mismos derechos que los chicos” afirma Alba Vigo, futbolista del WSSPro (Primer Equipo) y entrenadora de Academy. Muchas de las integrantes originales de este nuevo club formaban parte del Martinenc, con Chaoui de entrenadora. Con los peores horarios y con la exigencia de resultados a cambio de que recibir una parte ínfima de los recursos, el concepto que se repite entre las integrantes de aquel equipo es el de “estar quemadas”. Así pues, con la oportunidad de sentir un club como suyo propio y ver un proyecto en el que todos los recursos se invertían en ellas, ese supuesto salto al vacío que iban a hacer, acabó encontrando el material más suave en el que poder caer. Pero no fue fácil, ya que la Women’s Soccer School empezó contracorriente.
De marzo a julio fue todo el tiempo que tuvo la Women’s para echar a rodar. “Llorar en todas las instituciones de Barcelona” fue algo clave para la creación del club, confirma Chaoui; necesitaban empezar lo antes posible, pero el tiempo se les venía encima. El club no tenía escudo, sitio dónde entrenar ni equipaciones oficiales… pero en el mes de julio se iban a disputar la Donosti Cup. Sin acudir a ninguna empresa de ropa al inicio, el equipo de siete personas trabajó para conseguir horas de campo en el distrito de Horta-Guinardó, diseñó escudos y equipaciones mediante Photoshop, confeccionó las plantillas y acabó siendo capaz de ir a disputar la mentada Donosti Cup gracias a un envío de la China que llegó a última hora con las equipaciones del nuevo club. Esto solo fue el inicio de un largo camino en el que solo quedan dos de las siete incansables iniciales, pero gracias a ese impulso, ahora el equipo de trabajo lo forman 42 personas, en el que se puede destacar un acuerdo con Nike como proveedor principal.
Cap nena en fora de joc
Si la creación de la WSS venía apoyada por mujeres que se sentían apartadas en los sitios dónde jugaban, la razón de ser del club iba a ser clara. Lo confirma Soraya Chaoui, si eres niña, aquí tienes tu casa. “Cap nena en fora de joc significa que, independientemente de tus recursos económicos o deportivos, tienes un espacio en Barcelona para jugar al fútbol”. Con toda la experiencia acumulada en club mayoritariamente masculinos y las ganas de hacer algo muy distinto a ‘la manera habitual’, lo único necesario para entrar a jugar en la Women’s es ser mujer. Sin importar el nivel, ni la experiencia, ni las horas que una le quiera dedicar al fútbol, en la Women’s está la oportunidad de la que no gozaron sus impulsoras cuando ellas quisieron empezar a jugar al fútbol.
Anna Bofill, dirigiendo uno de los equipos de Academy | Foto: Clàudia Martínez | Women's Soccer School
Por ello, tras cinco años de existencia la WSS ha podido ir creciendo en número de niñas cada temporada y a día de hoy cuenta con más de 220 futbolistas repartidas en 15 equipos: 8 de Academy, 6 de competición y el WSSPro. Aquí es donde entra el tiempo que cada una de las jugadoras quiera o pueda dedicarle al fútbol, sin importar la edad: “No todo el mundo quiere ni puede jugar en una liga federada. El programa Academy va enfocado a jugadoras que se inician en la práctica del deporte” comenta Pere Aragay, miembro del Área Operativa del club. Además, para todas ellas hay un programa individual que tiene como objetivo que cada una puede sacar lo que realmente desea del fútbol, como confirma la Directora de Academy, Anna Bofill: “Tenemos avaluaciones trimestrales para acercarnos a las familias, que estén presentes y sean conscientes de lo que trabajamos”.
La importancia de transmitir unos valores
Quiera una niña competir o simplemente echar el rato jugando a fútbol, la WSS tiene unos valores a inculcar a todas las personas que vistan su camiseta porque el objetivo es que ninguna niña se quede sin jugar; en palabras de Aragay: “Queremos que se nos venda como un sitio en el que las familias puedan traer a sus hijas porque aquí van a estar bien tratadas”. Y la frase grabada a fuego, la menciona Alba Vigo: “Por delante, los valores que ganar”. Porque con una simple visita a la Women’s, queda claro que este club intenta conseguir que cada niña disfrute del fútbol y pueda hacer lo que le gusta, al ritmo que más le conviene. Y, sobre todo, que nunca ninguna se sienta menos que las demás, porque practicando un deporte que está tan interiorizado que es ‘para niños’ demuestran que realmente tienen ganas de jugar al fútbol.
Aquí es donde aparece una de las piezas importantes del proyecto de la Women’s. Tradicionalmente, la costumbre indica que los equipos de cualquier categoría se distinguen de la A hasta la Z, pero en la WSS no. Con la idea inicial siendo ponerle el nombre de futbolistas, al final se decidió que los equipos fueran divididos por colores. Algo que justifica bien Anna Bofill: “La primera base para ordenar las jugadoras es la edad y ponerlas en un A o un B no nos aporta nada. Hay pasos y etapas en las chicas, por ejemplo, entre infantil y cadete, de cuerpo y corpulencia. Más que mirar nivel, lo más importante es que se sientan cómodas”. Con esta explicación, en busca de crear un entorno socioefectivo idóneo, la WSS intenta eliminar la diferencia de nivel que todo el mundo asocia a un equipo A, a uno B, etc, y así centrarse en el crecimiento personal de cada una de sus futbolistas.
Para este cometido fue importante la creación del
Área Condicional, en la que trabaja
Míriam Zamora. Con amplia experiencia en el fútbol ‘Zeta’, como se la conoce, vive dos mundos futbolísticos distintos. El de
aprendizaje en la Academy de la WSS y también el de rendimiento y resultados, como
segunda entrenadora del CE Europa, equipo de la Primera Nacional. Con este conocimiento, ‘Zeta’ se encarga del Área Condicional en la Women’s, que consiste en focalizar las necesidades que tiene la niña para que mejore desde la base porque, como ella misma defiende: “
Hay habilidades o patrones que, si los dejas de lado, cuando pasan ciertas edades es muy difícil trabajarlo porque eso ya lo ha perdido la niña. A veces un entrenador no lo puede abarcar todo y se dejan de hacer muchas cosas importantes que marcan la diferencia más adelante, a partir de ciertas edades”.
Míriam Zamora, responsable del Área Condicial de la WSS | Foto: Clàudia Martínez | Women's Soccer School
La oportunidad de irse a los Estados Unidos
Tan importante es poder jugar al fútbol como el acompañamiento que se hace a cualquier niña para conseguir sus objetivos. Otra de las grandes oportunidades que ofrece la Women’s a sus futbolistas es la posibilidad de marcharse a Estados Unidos en su etapa universitaria, algo que llamó la atención de Alba Alonso, cuando decidió pasarse a fútbol 11: “Jugaba al fútbol sala y, me dijeron que existía este club que ofrecía la oportunidad de irte a Estados Unidos, eso me interesaba”. No es un proceso fácil, pero como explica Pere Aragay, es la mejor forma que hay de vivir una experiencia profesional futbolística, completada con los estudios: “Las ayudamos en todo el proceso en hacerles vídeos, cortes, etc. quizá es contraproducente porque son jugadoras que hemos formado y las empujamos para que se vayan”.
Por este tipo de cosas, Soraya Chaoui afirma que la Women’s es tu club para jugar al fútbol, independientemente de tu poder adquisitivo: “Si una jugadora quiere ir a Estados Unidos, pero no tiene recursos, la ayudaremos. Cap nena en fora de joc también va por ellas”. Y es en proyectos como el de mandar a futbolistas a los Estados Unidos cuando aparece otra de las grandes razones de ser de la WSS, cuando las palabras de su Presidenta denotan habla desde la experiencia personal, tanto suya como de otras tantas: “Queremos que las jugadoras dejen de serlo cuando ellas quieren”. Si luego de pasar por las Américas, la futbolista quiere quedarse o regresar a Barcelona, pero sin ir a la WSS, eso no supone un problema. Porque la Women’s se enorgullece del progreso de cualquier persona que haya pasado por el club, tanto si su futuro está ligado al fútbol como si va en dirección totalmente opuesta.
Una manera de trabajar que da sus resultados
Como ha quedado escrito, ahora mismo la Women’s cuenta con más de 220 futbolistas en este 2022, cuando en sus inicios era unas 60. Centrándose mucho más en el aprendizaje, la comodidad de todas las niñas y su crecimiento personal, el aumento exponencial del club ha sido destacable. Buena prueba de ello son las palabras que dedican sus jugadoras al club, alabando el el trabajo que se hace porque todas se sienten cómodas, desde las más grandes, como las más pequeñas: “Los resultados importan, pero también importa saber cómo se sienten las niñas. Si se sienten bien, vendrán al club y se quedarán. En mi caso, recomendaré venir aquí a jugar” dice Sara Liébana, de solo 13 años. Pero el caso de Sara también es el de Alba Vigo o Alba Alonso, futbolistas que en la Women’s han encontrado su sitio y sienten que forman parte de un proyecto que quiere lo mejor para las mujeres dentro del fútbol.
“Miras la plantilla del Pro y casi todas hemos estado desde un inicio. Esto significa algo, porque a muchas nos han llamado para irnos, pero por algo nos quedamos” defiende Vigo, al hablar del primer equipo de la WSS. Y es que, de arriba abajo y de izquierda a derecha, las protagonistas del club hablan de la comodidad de jugar al fútbol en este entorno, tanto para ellas mismas como para sus compañeras, como define Alonso: “Conozco muy poca gente que haya llegado aquí y se haya ido. Nos sentimos este club nuestro y en un masculino o mixto es muy diferente. Ni vestuarios, ni hablas de lo mismo… Las niñas aquí se sienten cómodas, porque ven a otras como ellas”. La misma Alonso lo remata con una frase que alegraría a cualquier padre o madre que tiene dudas sobre el sitio en el que su hija juega al fútbol: “Esto es una familia de verdad”.
El WSSPro celebrando un gol a favor | Foto: Clàudia Martínez | Women's Soccer School
Todo esto se consigue gracias a la transmisión de unos valores establecidos y, aunque estos estén muy claros, la duda que queda en el subconsciente de muchas personas es
si estos se podrán mantener con el WSSPro; un equipo destinado a ganar y a subir categorías para alcanzar el máximo nivel posible.
Chaoui, lo tenía claro desde el principio: “
A mí no me gustan los Seniors porque son muy complicados de mantener, a no ser que sean equipos cohesionados y se retroalimenten”. Separado de la escuela a nivel presupuestario, Chaoui defiende que se pueden mantener los valores en un equipo 100% competitivo que quiere llegar a
Primera Iberdrola a largo plazo, con la Presidenta dejando clara su manera de trabajar: “
No entendemos el juego sucio, no iremos a reventar el mercado ni a pagar sueldos desorbitados porque creemos que no es la forma. Queremos grupos homogéneos, que esto a la larga te gana campeonatos".
Un crecimiento imparable, siempre que haya espacio
Pese a todas las maravillas que se puedan decir sobre la Women’s, tanto Chaoui, como Aragay, como Vigo o Bofill, hablan del mismo problema: la falta de espacio. En estos momentos, la WSS comparte campo con otro club, cosa que estanca el progreso, ya que no pueden crear muchos más equipos debido al poco control que tienen sobre la instalación. Con la dificultad añadida de los precios en Barcelona, Chaoui además pone encima de la mesa otro obstáculo con el que se ha topado la WSS: “Recibimos una llamada donde se nos dijo que no recibíamos subvención porque, aunque el proyecto es espectacular para Barcelona, hacíamos una autogestión tan buena que no necesitábamos el dinero”. Unas trabas que amenazan con paralizar el boom que está teniendo la escuela, aunque de todo lo negativo se saque alguna conclusión positiva, como explica Anna Bofill: “Hacer las cosas poco a poco y bien, ya nos ayuda a no venirnos arriba. Tener ese freno nos ayuda a controlar lo que tenemos, pero si tuviéramos más espacios creceríamos más”.
La falta de horarios y sitio donde encajar todos los equipos es un problema actual, que todos esperan solucionar en un futuro, ya que cada uno de los integrantes de la Women’s tiene objetivos ambiciosos para el club. Desde ser un referente en Barcelona para las niñas y gestionar una instalación propia de Pere Aragay, hasta la voluntad de crear una liga interna con todos los equipos de Academy de Anna Bofill, pasando por el deseo de creación de otros clubes de fútbol femenino que comenta Alba Vigo, nada es más ambicioso que la idea que tiene en la cabeza Soraya Chaoui: “El objetivo real es construir una ciudad deportiva para el deporte femenino, que sea un centro de referencia para el deporte femenino. Yo no quiero un campo de fútbol, yo quiero una ciudad deportiva. La Women’s Soccer School es una parte futbolística de Women’s Sports School, el nombre original del proyecto, dedicado a deportes femeninos”.
La Women’s Soccer School en el centro de la lucha social
Apartado del aspecto deportivo, está el programa Community dentro de la WSS, del cual Gerard Taulé es el responsable: “Es un proyecto social y la idea principal es acercar los diferentes sectores sociales mediante el deporte. Acercar el fútbol a colectivos más vulnerables ya sea por exclusión social, raza, género, orientación sexual o pobreza, inmigración, discapacidad…”. Para cumplir con esta tarea social, son muchas las actividades que realiza el programa Community, como recolectas de ropa para mandar a África o recogidas de alimentos o libros para distintos colectivos. Gracias a esto, la WSS colabora con iniciativas del Ayuntamiento de Barcelona y también con distintas entidades del barrio, consiguiendo así un acercamiento de todas las integrantes del club con la sociedad en la que viven.
Para Taulé, esto también entra dentro del lema Cap nena en fora de joc porque encajar con el perfil social que se le quiere dar a la escuela. “El tema social debe ir cogido de la mano de la escuela. Ni ahora ni en un futuro pueden ir por separado” defiende con firmeza y, debido a ello, se muestra con muchas ganas de hacer crecer el Community a medio plazo, con la implementación de temáticas por edades, la continuación de sesiones informativas y la colaboración con distintas entidades. Aun así, a largo plazo, Taulé quiere ver como este programa va mucho más allá: “Llegar a crear una fundación propia, para ayudar a niñas sin recursos a practicar su deporte. Queremos una fundación para ofrecer becas y ayudas, tener un soporte económico, organizar y ayudar directamente a las entidades a través del deporte”.
El equipo de Mum's de la Women's Soccer School | Foto: Clàudia Martínez | Women's Soccer School
La joya de la corona, el equipo de Mum’s
Una de las cosas que se creó mediante el programa Community fue el equipo de madres, que ahora mismo es uno de los más exitosos de todo el club. Unas cuantas madres, entre ellas Ingrid Rajadell, estaban encantadas de ver a sus hijas e hijos jugar al fútbol, pero una vez se creó la Women’s Soccer School y vieron a sus hijas disfrutar allí, hablaron con Soraya Chaoui para crear un equipo de madres. Así se hizo y con ello empezó una experiencia preciosa, a la vez que hilarante, como comenta Rajadell: “Nuestros primeros Whatsapps eran divertidísimos porque había madres que ni les gustaba el fútbol. Allí se preguntó si lo nuestro sería fútbol 7 u 11 y hubo una respuesta preguntando si había distintos tipos de fútbol, sin saber dónde se colocan las porterías. Imagínate lo básico desde donde empezamos. Lo primero fue saber que el balón era redondo y se toca”.
Con 9 madres en primer año, el equipo fue creciendo hasta llegar a las 23 jugadoras que son actualmente, aunque Rajadell comenta alegremente que hay lista de espera para poderse unir al equipo de Mum’s. Formado todo por madres de más de 45 años, la idea principal consistía en ir a entrenar y tocar el balón, pero sin entrar en competición. Hasta que, paso a paso, todas las integrantes del equipo se empezaron a animar, ganaron el primer amistoso de su historia y, decidieron, viendo todas las competiciones de veteranas, apuntarse a una de estas ligas, con la mayoría de rivales teniendo entre 25 y 30 años. Admitido y asumido su lugar en la clasificación, Rajadell está convencida que ningún equipo lo disfruta tanto: “Somos últimas, pero no nos importa, nos lo pasamos de maravilla. ¿Qué nos cae un carro? Pues nos cae un carro”.
Además, el ambiente en los entrenamientos es idóneo para la práctica del fútbol. Con el único miedo de lo que pueda causar una lesión, cada sesión es un disfrute para todas las Mum’s: “Ya escogimos el viernes por la tarde porque entre semana nos costaría mucho más. Es nuestro momento, además cuando hace menos frío, con cualquier excusa nos quedamos un rato más”. Además, Rajadell admite que muchas de ellas están enganchadas y que enganchan a las más pequeñas, que piden jugar amistosos al terminar los entrenamientos. Pero no solo eso, sino que las Mum’s organizan su propio stage de principio y final de temporada, cosa que ha llegado a generar un tanto de envidia sana entre sus maridos. Ingrid Rajadell lo cuenta maravillada: “Tenemos algunos maridos celosos, que dice ‘mi mujer se va al fútbol, con otro stage de los suyos’. No teníamos ninguna esperanza que funcionara y mira ahora”.
Con todo esto, la Women’s Soccer School ha conseguido crear un proyecto único en Barcelona, que da cobijo a cualquier niña, chica o mujer que quiera jugar al fútbol. Sin importar la edad, el talento o lo que una busque dentro del fútbol, todas tienen su sitio en la WSS. Gracias a un sueño, la WSS se ha convertido en un club pionero dentro de la ciudad de Barcelona y, aunque quieren seguir creciendo, también desean que otros puedan seguir sus pasos para que todas las niñas tengan el máximo número de opciones de practicar el deporte que deseen. Porque si una cosa ha quedado clara es que las niñas siempre han querido jugar al fútbol, pero ahora tienen las puertas abiertas a hacerlo.