Para empezar la columna de esta jornada, una confesión: yo, como Galeano, quise ser futbolista desde bebé. Voy más allá. En mi caso, yo quise ser futbolista del Real Madrid desde bebé. Eran otros tiempos, un pueblo pequeño, un colegio católico, unas compañeras de clase que hacían gimnasia rítmica, y otra serie de excusas en las que entran también -por supuesto- mi vagancia y mi nula capacidad para el juego de equipo.
Crecí en ausencia de referentes hasta entrada la veintena, y ya me pillaba aquello muy lejos de una pelota. Por eso adoro la foto que ilustra esta columna. La mirada de esa niña y ese niño, las bocas entreabiertas, la expresión de ilusión y felicidad, el pensamiento que se lee claro, como en una viñeta de comic 'es Jenni Hermoso, chaval'', ilustran lo que es el fútbol femenino en 2020. Nuestros referentes están aquí, vivos, cerca, golpeando la pelota, peleando en la cancha y fuera, rompiendo récords. Jenni Hermoso, de profesión referente y futbolista, lleva 125 goles con la zamarra blaugrana. Se dice pronto, pero a muchas les cuesta una vida.
Cuando la entrevisté para cerrar la temporada pasada me hablaba del nuevo fútbol, de las nuevas generaciones, de las que tienen que venir y saber que pueden ser futbolistas.
La niña que hoy quiera ser futbolista desde bebé solo tiene que sentarse en el sofá abrazada a una pelota, como hacía yo para ver al Madrí, y fijarse en ella y en otras como ella. Mientras nosotros nos enfrascamos en sumas y restas de puntos, en reivindicaciones de listas de premios, en discusiones con
trolls de Twitter,
ellas juegan al fútbol y hacen historia para que las que vienen detrás jueguen al fútbol y hagan historia. Y no se me ocurre legado más bonito que ese.
Al lío:
Odio eterno a la multipantalla. Es imposible ver el fútbol sin ver el fútbol. No puedes seguir un solo partido bien con tres pantallas en frente metiendo ruido. Te enteras de las ocasiones por la subida de tono del comentarista, de algún silbatazo si coincide el silencio en el otro dispositivo, ves los goles en repeticiones, pero no puedes ver el fútbol. Algún día tendrá que explicarnos la RFEF por qué poner tres partidos a la misma hora es una buena idea, siempre que la excusa nos convenza de que no es para que se vea únicamente el que ellos han regalado a la televisión pública y que así no puedas ver el resto. Ya saben, lo de los derechos televisivos, que parece que se arregla pero al final lo que hace es enturbiarse jornada a jornada mucho más.
Decía un tío que sabía mucho de fútbol y que hizo feliz a mucha gente que “Ni ahora somos el Leverkusen ni antes éramos la última mierda que cagó Pilatos”. Eso le pasa al
Depor. Le remontó al
Eibar porque no se han olvidado de ganar, solo necesitaban un parón y un amistoso para reencontrarse y creer en sí mismas.
Ya hemos hablado de las dinámicas, y de que el fútbol –aunque suene tópico- es así. Ahora hay que tener cabeza para saber pasar página de las victorias igual que de las derrotas, aferrarse al chaleco salvavidas e intentar salir a flote. Está caro el asunto de la permanencia, el
EDF de
Inés Juan Altamira empató al filo del pitido final frente al
Sporting de Huelva, igual que el
Athletic de
Lucía García con el
Atlético de Madrid de una
Deyna que sigue en racha. Pero eso no vale.
El Atleti tiene mucho que reflexionar después de la experiencia de este mes. De que uno de los gallos de nuestra Primera Iberdrola haya tenido que acudir a repesca para tener presencia en la Selección, y de que se le caigan tres puntos en los diez minutos finales. Toque de atención ante la realidad. Eso sí: vaya partido guapo de ver en el marco incomparable de Lezama. Cómo nos gustan los clásicos.
Si la cosa está inestable abajo, miren arriba y sientan el vértigo. Forma parte de las cábalas de los aplazamientos. El Granadilla, clavando las uñas en lo alto de la clasificación para no bajarse, se aprovechó de su juego directo ante un Betis que mueve la pelota entre los nombres de un plantel que no logra salir de abajo. Todo pudo cambiar con un penalti no pitado en el 45, pero la suerte del campeón que hoy es más líder, la árbitra no lo vio. La segunda parte, un monólogo de las isleñas. Ya no es casualidad que sean líderes una jornada más.
El Madrí tiró de poderío para llevarse el duelo ante el Sevilla en una primera parte en la que estuvieron mucho más a tono las andaluzas. En la segunda, el Sevilla lo intentó, pero no valió. Cuando el Madrí carbura y engrasa la máquina, parece imparable. Sus vecinas del CFF apretaron las tuercas a un Valencia que poco pudo hacer cuando una veterana de guerra como Priscila tiene el día. Golearon, se gustaron y sumaron tres para seguir en la pomada, aún les quedan nueve por jugar para equilibrarse con el resto. Aunque más le quedan al Levante, (12), que ayer también sumó tres a costa de un Rayo totalmente desbordado, en un partido granota de cabo a rabo.
A la guardería rebelde de la Real le costó 20 minutos enchufarle al Espanyol. Lo hizo Nerea Eizagirre, la sobrina de España con un chicharro de los de vídeo viral. No crean que se vinieron abajo las pericas. Qué va. Lombi, omnipresente en ataque, lo intentó en primera persona y en tercera. Me cae bien Lombi. No me puede caer mal una tía que se vuelve a dejar la sangre en el prao e intenta entrar con la camiseta que sea a disputar los últimos minutos porque con 90 no le vale. A mí, que el cinco minutitos más solo se lo digo al despertador, que alguien quiera seguir corriendo otros cinco me da mucho respeto.
Al todopoderoso Barça no lo vi, me van a permitir la arrogancia de decir que me aburre. Da igual cómo se ponga el rival, cuando Jenni te marca en el minuto 2, es hora de apagar la tele. La única incógnita con las blaugranas es cuándo empiezan a marcar, en qué cifra paran, y qué video viral nos van a dejar Alexia o Mariona. Y eso ya se ve en redes, no hace falta desviar la vista de otros partidos para verlo. En la portería del Santa debutaba Raquel Poza (aunque no era su primera tarde bajo palos en Primera), que pagó la novatada. Debes conocer la historia de Moacir Barbosa, Raquel:
Por el nombre no te dirá nada, pero es el portero maldito de Brasil. El que tenía que defender la portería en el Maracanazo, el hombre que hizo llorar a doscientos millones de brasileños, al que le entró el balón por su palo en el gol de Alcides Ghiggia. Barbosa, años después de aquella maldición que le perseguiría el resto de su vida, fue empleado del mismo Maracaná que le vio caer a los infiernos. Cuando cambiaron las porterías de madera a hierro, las desmontó con sus manos, las hizo añicos con un hacha y les prendió fuego. Cuando a una portera le ensucian con un gol (o con nueve) el día de su final (o de su redebut en Primera División), debería tener un salvoconducto para hacer añicos a hachazos los palos de esa portería y poder quemarlos para romper el maleficio. Por suerte, con 21 años, te esperan aún mil tardes de gloria para olvidarte de esta. Si no, yo tengo un hacha y un mechero.
Jenni es hoy la máxima goleadora histórica de la sección femenina del FC Barcelona, y eso es motivo de celebración, claro, pero también hace que una se plantee dónde van a dejar la cifra ella y Alexia esta temporada. No son de esta liga. Son una apisonadora, una visita guiada al dentista para cada club que se las cruza en el túnel de vestuarios. Para las niñas que sueñan desde bebés con ser futbolistas, referentes. Pero no solo ellas: todas. La Primera Iberdrola está de dulce. A ver si rompemos la racha de multipantallas pronto para que puedan disfrutarse todos los partidos en condiciones. No hay mejor momento para crear afición que este. Démosles facilidades para que se enganchen.