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Querido fútbol: las urgencias

OPINIÓN
20/03/2021 | Andrea Menéndez Faya
A medida que se acerca el final de temporada, el recuento de puntos que pudieron ser y no fueron empieza a apuntar a culpables más allá del vestuario. Ay, las árbitras. En qué jaleo se están metiendo.
Querido fútbol: las urgencias
Reuters
Si algún seguidor de fútbol femenino, jugadora, entrenador o directivo se despertó en las últimas noches de un salto, con el corazón en la boca y la mirada intentando atinar entre la fantasía y la realidad, es bastante probable que quien durmiera al lado le pasara la mano por la espalda mascullando un “¿Otra vez una pesadilla con las arbis, cariño?”. Este año de la pandemia, el del público en casa y la promesa de la profesionalización, era el año de las futbolistas. Las últimas semanas, sin embargo, se han convertido en una charleta de café y humo en la que se exponen errores arbitrales de todos los colores y se señala a las del silbato como si tuvieran la culpa de que alguien las haya puesto ahí y no las proteja corrigiéndolas en vez de dándoles manga ancha. 

Lo de Mapi, por ser Mapi, fue sonado. Después vino la sanción a Auñón en un relato de acta de fina estilográfica. Si me permiten, me hizo recordar al de un Gijón Femenino – Amigos del Duero en el que el árbitro describió cómo fue acorralado por una aficionada a la salida del campo, no teniendo más remedio que apartarla para poder pasar, y que en el plano real todos percibimos como la valentía de un colegiado enclenque después de un robo escandaloso al equipo gijonés, soltando un bofetón que desplazó tres metros las gafas de sol de la Policía Nacional que le acababa de abrir la verja de la valla del campo. Los árbitros se equivocan, se equivocan mucho, pero antes no había imágenes para delatar el esperpento que suponía adornar un acta en exceso, o inventarse un fuera de juego y un penalti como en el caso del Espanyol frente al Granadilla. 

Estos últimos meses del calendario liguero son los de las urgencias. Una mueve las páginas de la agenda buscando el 30 de junio y no está lejos ya, cada domingo a la noche la clasificación se estrecha en cifras y se echan de menos los puntos que pudieron ser y no fueron. El peor lado de la nostalgia siempre viene por las cosas que no pudimos hacer, no por las que lo intentamos todo. Y eso también viene con lo de los puntos: ¿en cuántos fueron determinantes las actuaciones arbitrales? ¿Cuántos fueras de juego que eran o no eran, cuántas rojas o amarillas que condicionaron un partido, cuántos penaltis? Ahora que enfocamos la recta final de una temporada tan larga como rara, ¿nos queda un buen sabor de boca? ¿Estamos preparados para que la liga sea profesional? Primero fueron a por los clubes para demostrar que no lo eran y mantener la ligra sobre su archifamoso paraguas, pero no me importó porque yo no era un club. Después a por las futbolistas, pero no me importó porque tenía una promesa del CSD. Ahora dejan que el foco vaya a las árbitras, pero no me importa porque lo hacen mal…

Los nervios, esos cabrones que siempre aparecen en los momentos donde menos hacen falta, morderán los pies de nuestras futbolistas en las próximas jornadas. Privadas del aficionado y su aplauso en el campo, no podrán tampoco buscar consuelo en redes. Aún estamos pendientes de la sanción de María León, y reina un extraño silencio que hace recordar esas escenas donde el carro en el que van las joyas de la reina se adentra en el sendero hacia el claro donde espera la emboscada. Para salvarse, hay que dejar cuatro por debajo. Para llegar a Champions, todos menos tres por detrás. El botín de los tres puntos de cada fin de semana (o aplazado) es más un “la cartera o la vida” que nunca

Una, que ya ha vivido lo suficiente como para envidiar a quienes hablan de un descenso como lo peor que han sufrido en su vida, es aún capaz de ponerse en la piel de esas futbolistas que saltan al campo con miedo a todo. Al inicio de temporada, a la Covid. A medida que avanzó, a las lesiones. Poco después, la sombra de la cancelación otra vez. Ahora, a que un error humano te rompa los objetivos del año. La duda es la de siempre: ¿son las colegiadas conscientes de este hecho? Ante una protesta, ¿pueden entender que la tensión de tantas jornadas, de tantos puntos restados por influencia ajena, de tanto miedo y presión, no es la mejor situación para una futbolista que se juega su pan en cada partido? Y viceversa: ¿serán capaces de entender las futbolistas que las árbitras no se equivocan a propósito y que la culpa es de quien las manda a pitar sin experiencia a la élite, en una temporada lo suficientemente difícil para asumir que no puede salir bien?
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