En este fútbol reinventado de la temporada para el olvido hemos aprendido mucho de sustituciones. En la enorme lista de protagonistas a sustituir figuramos los aficionados los primeros. Apartados del estadio, cambiados por una lona con siluetas borrosas, para dar sensación de que estamos sin estar, sin poder murmurar ni hacer ruido, sin el culo levantándose del asiento tras el clack del disparo lejano. Baratos y sencillos de sustituir, prácticos también por lo molesto de nuestra presencia a veces, cuando el aplauso torna en silbido, cuando el grito al árbitro se decora de ira, cuando al del banquillo le llueven reproches en la nuca.
Se libró Vilda de una buena retahíla de preguntas e interpelaciones ante México gracias a la ausencia de público. En realidad, toda la expedición estafera de la Selección se libró de una buena. Saltaron las alarmas con la foto de Claudia Pina entrenando en el grupo. El comité de investigación de Twitter elaboró varias teorías sobre quién faltaba y quién no para que se necesitara una de fuera en el rondo y esa una viniera de la Promesas. Las búsquedas apuntaban ya entonces a una jugadora del FC Barcelona, cargadas de minutos todas, en el calendario imposible que les ha tocado jugar. No salió el nombre de Doña Patricia Guijarro en las cábalas. Se apuntaba por posición a Jenni y por agotamiento a Mariona. Fue Patri.
Su partido contra las holandesas acabaría pasando factura, Van de Donk y su cara de enfadada —su estado natural en la tensión del partido, por otra parte—fueron testigos de una clase magistral de transiciones ataque defensa y de esa irreverente personalidad de la mallorquina que es como el repetidor de la clase que se sienta al fondo y si no está haciendo una trastada, está pensando en qué trastada va a hacer. La consecuencia de la intensidad de la temporada que está haciendo Doña Patricia Guijarro Gutiérrez se tradujo en una lesión muscular en el oblícuo. Y ahí, los ataques a Vilda. Y a Lluis.
Parece innecesario, y así nos lo han hecho ver, que las mejores jugadoras de la Selección disputaran los 90 minutos de un partido intrascendente, un amistoso sin importancia ante unos Países Bajos que apenas tocaron pelota, con Miedema en jarras la mayor parte del tiempo. Se nos olvida a veces que los amistosos también cuentan para el ranking FIFA y que empatar ese partido puede pasarte de un bombo a otro a cuenta de gol. ¿Hubiéramos metido nosotros más cambios? Sin duda. No yo, que apenas sé utilizar el Football Manager. Pero cualquier otro entrenador hubiera optado por cambiar al pivote defensivo en el minuto 70 para oxigenar la salida de balón y dar descanso a una jugadora que lo necesitaba. Pero para eso había que tener un pivote a la altura de Doña Patricia Guijarro Gutiérrez en la convocatoria.
Es difícil el puesto de 6, sin duda, pero esta temporada podemos presumir de varios nombres que solventarían la papeleta con creces. Los amistosos, a parte de para sumar puntos en el Ranking FIFA , sirven para probar a jugadoras en un esquema, por mucho que el esquema esté cerrado. Si ahora, con tiempo suficiente a pulir la convocatoria final para la Eurocopa, no probamos en la Absoluta a Damaris o Maitane, ¿cuándo tendremos tiempo? ¿Hace falta de verdad que repasemos cómo se les puede torcer el cuento de cada una de las jugadoras que forman nuestra lista de indiscutibles de aquí a un año? ¿No sería obligatorio tener un plan B activo y rodado si llegara el momento de mandar a alguna de las jugadoras clave a la grada? ¿Cómo encajarán las piezas del puzzle si cerca de la Eurocopa hay que meter una de otra caja?
Jorge, te entiendo. Yo jugaría con Doña Patricia Guijarro hasta al Trivial. Si estuviera en mi equipo, no pensaría en ponerla 180 minutos, pensaría en tenerla los 180, y en los calentamientos de las suplentes de después del partido, y le daría una pelota para que la moviera a pelotazos de asiento en asiento del autobús. Disfruto tanto cuando la veo levantar la mirada y fijar el pase a treinta metros, que la obligaría a dormir abrazada a un balón con tal de verla cerca de uno 24/7. Si yo fuera Seleccionadora —Dios no lo permita nunca— me gustaría que se me recordara por haber entrenado a esta Selección y a cada jugadora que la forma, pero en especial, el día que Doña Patricia Guijarro Gutiérrez levante un Balón de Oro, querría decirle a mis nietos que conmigo jugó todos y cada uno de los minutos que estuvo a mi cargo. Por eso no puedo perdonaros ni a ti, ni a Lluis, ni a la Federación y su calendario, la carga de minutos que me lleva a estar un mes sin verla jugar. Y si a eso le sumas que la sustitución lógica para muchos de nosotros hubiera sido mi Maitane, ya ni te cuento a dónde me sube el cabreo. Pero solo soy una espectadora que no sabe ni jugar al Football Manager.
A un Seleccionador, y a un entrenador, les pido que valoren las sustituciones. Desde acá, en el mundo de los capitanes a posteriori, se nos brinda en bandeja la posibilidad de criticar y de entonar esas palabras que tanto hinchan el pecho: eso ya lo dije yo. Al club lo entiendo mejor, porque es el que paga y el que obliga a ganar títulos. Al Seleccionador le pido autocrítica y aprendizaje. Que lo que pasó esta semana no pase con otra y que a otras se les de la oportunidad de entrar, que lo de llamar a la puerta está muy demodé. Ya bastante tenemos con lo que pasa en liga, como para tener que estar preocupaos hasta cuando ganamos a la Campeona de Europa.