El Mundial 2012 de Fórmula 1 fue uno de los más disputados en nuestra historia reciente. En la parrilla de salida había seis Campeones del Mundo: Vettel, Alonso, Räïkkönen, Hamilton, Schumacher y Button. El Campeonato de España, en Montmeló, estaba destinado a uno de ellos. Nadie habría esperado que Williams, que llevaba ocho años sin ganar un Gran Premio, se hiciera con la victoria en el Circuito de Montmeló, ni siquiera cuando una vuelta mágica –y la descalificación de Hamilton- le dieron la pole a Pastor Maldonado. Curva a curva, recta a recta, con un coche peor, con un pilotaje que hasta aquel momento había destacado por errores de cálculo, aguantó los embistes de un Fernando Alonso que no solía fallar. Aquel Williams FW34 tuvo su pedazo de historia en una temporada que era para otros.
Salió a hombros en varias plazas difíciles, y terminó en un meritorio cuarto puesto.
Qué vamos a decir de la temporada pasada… un balance totalmente positivo. Como Club, tanto jugadoras, cuerpo técnico y afición vivimos un sueño. Una pena que se interrumpiera ese ambiente. En Abegondo tuvimos una magia que va a ser difícil repetir por la situación socio-sanitaria y la duda de si van a permitir público en los campos. En ese sentido vamos a ser uno de los equipos más perjudicados. Teníamos una de las mejores medias de asistencias de Primera Iberdrola, y una de las aficiones más ruidosas de la liga. Tuvimos partidos en los que media hora antes del inicio la grada estaba llena. Esta temporada ha estado repleta de momentos muy bonitos para la historia del Depor que van a ser difíciles de recuperar.
El pasado mes de mayo Futboleras lanzó un juego para que la afición eligiera su once ideal. En la votación de entrenadores Manu Sánchez fue elegido como el técnico más valorado de la temporada.
El cariño del público se notaba no solo en casa, también en los sitios a los que íbamos. En muchos campos nos decían que cuando iba el Depor había más gente de lo habitual, llamábamos mucho la atención. En una votación como esa lo único que hago es recoger el trabajo de las jugadoras. Se focaliza en mí porque a la gente le gustaba mucho nuestro estilo, pero en el mundo del entrenador es así: hoy soy el súperentrenador, pero si al arrancar la temporada perdemos tres partidos seguidos pedirán mi cabeza. No deja de ser algo anecdótico porque los entrenadores vivimos en una continua montaña rusa. Pero, por supuesto, es un orgullo que esté mi nombre en ese once ideal, porque es el reflejo del trabajo que ellas han hecho en el campo.
Los éxitos del Deportivo Abanca se cuentan por temporadas. Desde su creación en 2017, tras un acuerdo con el Orzan SD, recogieron el legado del antiguo Karbo, un histórico que desapareció en 1988 con tres Copas de la Reina en sus vitrinas. Una campaña de firmas en 2015 precipitó los acontecimientos. La afición coruñesa reclamaba tener un equipo femenino, y lo quería de nivel. El acuerdo con el Orzán permitió asumir una estructura y plaza en Primera Nacional, y el objetivo del ascenso se fijó desde que sonó el silbato por primera vez en pretemporada, en aquella Copa Diputación que levantaron tras vencer 4-0 al Portonovo, con una alineación formada por Malena, Migallón, Miriam, Raquel, Patri, Tere, Lía, María Corral, Doce, Noe y Elvira. Nadie queda ya.
Del primer año quedan Cris, Gaby y Kika, incluso Patri López que tuvo un año de impass cedida en el Friol. El fútbol femenino en Galicia no estaba preparado para el proyecto que tenía el Deportivo. El Friol, que era el máximo exponente del fútbol femenino gallego, entrenaba dos días por semana cuando nosotros creamos el proyecto. Intentamos desde el primer momento crear una estructura profesional, pero con mucha cabeza, y del primer al segundo año hubo muchos cambios. Nos dimos cuenta de que algunas jugadoras se caían de la idea que teníamos, de la dinámica de trabajo que pretendíamos implantar. Del segundo al tercero ya hay muchos menos cambios, cuatro o cinco fichajes por temporada para ir puliendo la plantilla. Y este año sí que llega el gran cambio: nueve caras nuevas en el primer equipo. Tenemos muchas bajas, algunas decididas por el club y otras que no han querido continuar con nosotros, pero creo que hemos llevado una trayectoria coherente. No es fácil encontrar ejemplos como el de Cris, que venía de jugar en la categoría regional en Astorga y llega a una estructura como la del Deportivo, en constante crecimiento, de Segunda a Primera, y se convierte en una pieza clave en el proyecto de Primera División. Kika y Gaby llegaron también en el año de creación, aunque entraron en enero, y llevan estas cuatro temporadas con nosotros, pasando dos años en Segunda, un ascenso, continuar, renovar… creer en el bloque y en las jugadoras ha sido la clave del éxito de este proyecto.
El paso del Deportivo Abanca por el Grupo I de Primera Nacional fue un constante toma y daca con el Oviedo Moderno. Ambos equipos, con una superioridad aplastante frente al resto de rivales, se disputaban la plaza a playoff de ascenso. Los dos primeros años, cayeron del lado azul. En el tercero, el Deportivo, reforzado y entrado en rodaje, se aupó a lo alto de la clasificación con 23 victorias consecutivas, se plantó en la fase de ascenso, destrozó al Alhama con un 6-1 global, y partió el 19 de mayo de 2019 hacia una ciudad con un nombre que esboza sonrisas en el deportivismo al solo leerlo: Arguineguín. Allí venció al Femarguín por 1-4, que, sumado al 2-0 de la ida, le daba el ascenso a Primera Iberdrola.
El Depor me trae a este proyecto para llevar el equipo a Primera División. El primer año no había una presión por el objetivo porque lo que necesitábamos era poner en marcha todo el engranaje, que fue muy complicado. Nos encontramos muchos obstáculos a saltar dentro de Galicia, nadie apostaba por nosotros, nadie creía en el Depor. Nosotros teníamos claro que queríamos sacar adelante un equipo profesional, y la sensación fuera era que había un equipo femenino con el escudo del Depor y nada más. Llegar a lo que tenemos actualmente costó mucho a todos los niveles: instituciones, jugadoras, familias… y ese primer año no lo contamos para el objetivo. En el segundo ya fuimos con todo. Y nos la pegamos. Hicimos un año perfecto en el que solo fallamos en un partido, y, por diferencia de un gol, perdimos la posibilidad de jugar el playoff. Y al año siguiente, salvo el tropiezo en el debut en casa con el Friol fue una temporada redonda con momentos muy bonitos. Fue muy emotivo jugar ese playoff en el que disfrutamos y ganamos para llegar a Primera con niñas. En su día apostamos por jugadoras como Tere que ahora está en el Real Madrid o Nuria que está en la Real Sociedad cuando apenas tenían dieciséis años, las sacamos de sus casas, las trajimos aquí… y en este primer ciclo había un sentimiento de identidad muy fuerte por parte de las propias jugadoras que hace que todo lo que vivimos tenga un carácter mucho más emotivo.
Tras una dura pretemporada en la que perdieron el Teresa Herrera por goleada frente a la UDG Tenerife, la liga parecía una prueba de esfuerzo. Nada más lejos de la realidad. El primer partido, frente a un RCD Espanyol de capa caída, supuso un golpe de moral al vencer 3-1. El resto de partidos se cuentan por víctimas hasta el 4 de noviembre, cuando, rompiendo una racha de año y medio sin conocer la derrota en partido oficial –la última había sido el 9 de septiembre de 2018, Oviedo Moderno-, caen frente al Atlético de Madrid. En el deporte, lo más frecuente es perder, pero cuando un equipo va en dinámica de victorias, es fácil acostumbrarse a ganar.
Llega un momento en el que todos aceptábamos la victoria como algo normal. Salíamos a competir pensando que íbamos a ganar. Fue algo excepcional, se comentaba que éramos el mejor debutante de la historia de la máxima división del fútbol femenino. Veníamos en un tren de victorias en Nacional y al llegar a Primera parecía que no nos había afectado el salto de categoría, y prácticamente con el mismo 11 que ascendió.
Una de mis normas internas es no hablar del partido el día del partido. Felicito a las jugadoras por el esfuerzo y, si toca, por el resultado. Emprendemos viaje o cada uno se va a su casa y no suelo decir absolutamente nada de lo que pasó en el campo. Me gusta que ellas analicen lo ocurrido y le den vueltas para después verlo con calma con ellas en el primer entrenamiento y poder opinar mejor. Pero el día del Atlético de Madrid creí conveniente hablar con ellas. Después de un año y medio sin perder tocaba pararse a hablar. Nos encerramos en el vestuario y tratamos de darle normalidad a lo que acababa de ocurrir, para bajar los pies a la tierra. Estábamos tranquilos, el trabajo era bueno, estábamos muy orgullosos de todas ellas y aquello no podía cambiar por un resultado. No podía afectarnos como grupo. Acabábamos de jugar contra el vigente campeón de la liga y, como era de esperar, perdimos. No había que darle más vueltas.
Pero, quizá, la caída más dura fue la de la Copa de la Reina ante el intratable FC Barcelona. El Deportivo Abanca estuvo a dos minutos y una tanda de penaltis de lograr lo imposible hasta que Keira Hamraoui cabeceó a la red que hasta entonces había sido impenetrable por un ejercicio defensivo implacalbe y una Esther Sullastres que se ganó aquel día a toda la afición futbolística del país.
Ese partido es el día en el que más orgulloso me siento como entrenador de los trece años que llevo en un banquillo. Hay que ver cómo se produjo todo aquello, no solo aguantar 119 minutos y 40 segundos sin encajar un gol del FC Barcelona, sino todo lo que rodeaba a aquel partido: veníamos de un mes loco, seis partidos entre semana, un partido aplazado frente a la Real Sociedad, coger el avión para Coruña para hacer otro desplazamiento con el Tacón, y a lo que añadimos además que a la hora de preparar el partido me viene una locura de estas que nos dan a veces a los entrenadores y planteo una táctica en pentágono que no habíamos trabajado nunca. Cambiamos el sistema, lo machacamos dos días, y después vemos que en el campo aquello funcionó a la perfección, como si lleváramos años trabajando en ello. El orgullo es enorme. Para ellas fue un palo, pero, allí mismo, ya se vivió una situación de respiro cuando todo el Johann ovacionó al equipo. En ese momento ya sintieron un brazo por la espalda cuando la afición del Barcelona les reconoció el trabajo que habían hecho, que no fue solo defender, fue intentar seguir con nuestro estilo y nuestras armas ante un equipo claramente superior.
Y de un golpe como aquel sale uno de los momentos más altos anímicamente, la remontada al CD Tacón.
No estaba contento con el partido. No hicimos una buena primera parte, no habíamos jugado bien, pero no era un partido tampoco para ir perdiendo 3-0. El tercer gol, de hecho, es un fallo de Sulli en un disparo de Jakobsson, un fallo de una portera que había hecho un papel increíble contra el FC Barcelona. Al descanso tuve que ponerme delante de un vestuario que llevaba una paliza física de todo el mes, que tres días antes le había aguantado 120 minutos al líder… después de todo lo que habían hecho, quién era yo para recriminarles nada. Traté de darles ánimos y corregir cuatro cosas, y, con las fuerzas que teníamos que sabía que eran muy pocas intentar darle la vuelta. Y si caíamos allí, que cayera el Depor, no cualquier equipo con la camiseta del Depor. En la segunda parte nos fuimos encontrando y los ocho últimos minutos fueron una locura. Fue perfecto por ellas, porque merecían ese alegrón y esa recompensa, y porque fue el último partido que jugamos. Es difícil repetir algo así.
La próxima temporada será una prueba de fuego para Manu Sánchez. Entre las marchas destaca la de Tere Abelleira, jugadora que contaba con su total confianza y había sido hasta la fecha la que más partidos (91) había disputado. El equipo sufre bajas línea por línea, y, además, con un potente desarraigo: ninguna jugadora gallega.
Para nosotros es un fin de ciclo. Empieza algo totalmente diferente. Tenemos seis incorporaciones nuevas, tres del filial, y un problema a la hora de cohesionar el grupo, algo que habíamos trabajado al milímetro durante cuatro años. Un trabajo que antes habíamos hecho desde Segunda División y ahora tenemos que empezar de cero en Primera. Lo primero es unir las piezas, que encajen bien y que todo el mundo entienda nuestra filosofía y nuestros objetivos, que son, además, los que nos demanda nuestra afición. En Coruña gusta el fútbol que hacemos, y tenemos que seguir en esa senda y, a la vez, compitiendo.
Muchas de las jugadoras que se han ido eran iconos del Depor Abanca. Nos quedamos un poco huérfanos de referentes, pero tenemos otro tipo de jugadoras que están aquí y que son importantes para nosotros. Tal vez no tienen tanto nombre o levanten tan fácilmente a la gente del asiento, como Cris, Iris, Gaby, Athenea… pero tienen mucho que decir y mucho que aportar. Estamos en la tercera semana de pretemporada y estamos muy contentos con lo que estamos viendo en el campo. Personalmente, estoy muy ilusionado con lo que me está transmitiendo el equipo. Es muy pronto y estamos en una fase de mucho trabajo y de asumir conceptos, pero es un buen punto de partida para el nuevo ciclo, un ciclo que no sabemos cuánto va a durar, tres, cuatro, diez años… que es un proceso, pero que de momento arranca bien.
La identidad del Depor sigue intacta. Está la del club por encima de la del equipo. El cuerpo técnico está compuesto por gente gallega, de Coruña, deportivistas. Cuando toca ponerles ejemplos no hablamos de Cristiano o de Messi, los ejemplos los tenemos en casa. Hablamos de Bergantiños y si tenemos que tirar para atrás, de Bebeto o de Mauro. Ellas lo saben. Además, ahora tenemos la ventaja de que si tenemos que usar referentes tenemos a Perdi, a Teresa, a Nuria. Tenemos nuestros propios referentes para las jugadoras que llegan. No nos va a costar identificar a las jugadoras con el sitio en el que están y el club para el que van a jugar. Y tenemos tres gallegas en la plantilla, que parece que como vienen del filial no son gallegas, pero Sara, Carlota y Patri son de aquí. Carlota, además, es coruñesa, no solo de la ciudad, también del fútbol de barrio de Coruña.
Otra cosa que la gente no ve desde fuera es que, al perder los iconos gallegos del club, nos hemos puesto rápidamente en marcha a fabricar los nuevos. Humildemente, en el filial, vamos a tener a las mejores jugadoras gallegas que hay y que vienen. Los jóvenes talentos gallegos que vienen por detrás están ya trabajando con nosotros, de hecho cinco de ellas están haciendo la pretemporada con el primer equipo. Es un proceso largo que ya hemos vivido con Teresa, Nuria o Malena, que estuvieron creciendo con nosotros sin prisa. Eso es muy difícil hacerlo en Primera. La ventaja que nosotros tenemos es que lo podemos hacer desde la base.
Encontrarse con esas jugadoras que han formado parte de la historia del Depor Abanca en general y de la de Manu Sánchez en particular supone una dosis de morriña extra para la próxima temporada.
Más allá del aspecto profesional entrenador-jugadora hay una carga emocional y personal muy íntima. La identidad del proyecto en sus inicios era incluso más personal que profesional. Teníamos una relación muy directa con las jugadoras y con sus familias. Hay muchas a las que no vamos a tener en frente como a Míriam, Laura o Patri a las que vamos a seguir porque siguen siendo nuestras, son parte de As Nosas, empezaron todo esto con nosotros y van a seguir siendo parte de nuestra familia.
Manu Sánchez es uno de esos técnicos que se vincula al proyecto. La orquesta del Deportivo Abanca no ha tenido otro director. En un fútbol moderno en el que los proyectos van y vienen, se descalabran, no se afianzan con solidez y el nombre del entrenador está sujeto con imperdibles, el suyo parece cosido a la tela de la camiseta.
No sé si mi caso es frecuente en el fútbol femenino de máximo nivel, pero yo trabajo codo a codo con Pablo Pereiro, nuestro director deportivo, y tomamos las decisiones entre los dos. Tengo la suerte de ser el coordinador del proyecto a parte del entrenador y que las decisiones de a dónde va nuestro barco parten un poco de mí, tanto en el primer equipo como con el filial, fichajes, pretemporada… en estos cuatro años siempre me he sentido parte importante del proyecto. Todas las decisiones las consensuamos para que entren en mi filosofía de juego y de trabajo. Y esa es la mejor manera de encontrar el éxito.
La temporada 2020/21 es una incertidumbre para todos los participantes de la Primera Iberdrola, no solo en el aspecto deportivo sino también en el social y sanitario. Para el equipo revelación de la pasada campaña se unen además factores externos que afectan al club y que no se sabe a qué nivel pueden perjudicar al femenino.
Tenemos que ser coherentes y cautos. Lo que hicimos el año pasado es un sueño. Las cosas irrepetibles y los sueños no se suelen dar todos los años. Va a ser una temporada muy difícil. La Primera Iberdrola ha crecido en participantes, también en presupuestos, hay grandes incorporaciones, nuevos esfuerzos… nosotros estamos en un Club que, a día de hoy, no sabe si es de Segunda o de Segunda B, tenemos el presupuesto que tenemos y, como dije el año pasado, en ilusión es el más grande. Pero tenemos que tener los pies en la tierra, tratar que el castillo no se caiga desde arriba, trabajar la base, mantener el primer equipo lo más alto posible, pero, claro, el éxito es muy goloso, una vez que lo pruebas no quieres dejar de tenerlo cerca. Miraremos hacia arriba, luego veremos el verde a ver a dónde nos deja llegar.