El fútbol femenino español sigue en un círculo vicioso de promesas vacías y vuelve a plantearse parar la competición
El pasado 15 de junio fue un día que prometió cambiarlo todo para siempre. Ese día, el Consejo Superior de Deportes aprobó, de manera unánime, convertir la primera división del fútbol femenino español en profesional. Un momento histórico que ha quedado diluido con el tiempo. Cinco meses más tarde de ese anuncio, que debía marcar un antes y un después en este deporte, la profesionalización del fútbol femenino deja más dudas que certezas, con una falta de acuerdo y de predisposición para conseguirlo preocupante. Las jugadoras están reviviendo lo sucedido con la negociación del Convenio Colectivo, pero en esta ocasión ellas no esperarán más de un año a tomar acción. Y es que tras lo sucedido la última semana, con comunicados de jugadoras, ACFF, rueda de prensa de AFE y la retirada de puntos a diferentes equipos, la amenaza de huelga vuelve a sonar para la Primera Iberdrola.
El principal problema de la falta de profesionalización
Para poder constituir una liga profesional, el primer paso que hay que tomar es la redacción y posterior aprobación de unos estatutos. Y no se está cumpliendo. Con 12 de los 16 equipos presentando una propuesta acordada, el CSD se defiende afirmando la necesidad de tener unanimidad entre todos los clubes para firmar los estatutos, aunque legalmente no sea así. Para buscar dicha unanimidad, el CSD otorgó una prórroga a una fecha límite que se había denominado improrrogable, retrasando así la situación. La falta de estatutos y constitución de la liga profesional bloquea todo lo que se debe hacer posteriormente, donde destaca la ausencia de césped natural en muchos campos o la venta de derechos televisivos. La marcha de Mediapro pese a tener un año de contrato y la falta de liga profesional hacen que la mayoría de los encuentros de la liga no se puedan ver. Y es que ninguno de los 16 equipos ha podido televisar todos sus encuentros en estas 10 jornadas.
La gota que colmó el vaso la sufrieron Real Sociedad, Levante y Villarreal
Si la situación ya era límite, la semana pasado llegó el detonante. En la publicación de sanciones, en las que, por ejemplo, se informa de partidos de suspensión a jugadoras expulsadas,
la RFEF anunció multa y deducción de tres puntos a Real Sociedad, Levante y Villarreal – este último con seis en total – por
no lucir el parche de la RFEF en su camiseta de manera consciente y reiterada, siguiendo el artículo 88 del Código Disciplinario de la RFEF. Sin embargo, este logotipo solo es obligatorio es las ligas de carácter no profesional, según indica el artículo 111.2 del Reglamento General de la RFEF y la Primera Iberdrola está proclamada profesional, pese a no estar constituida como tal. Esta sanción desencadenó una reacción tras otra, para una situación que ya es límite.
Algunas futbolistas publicaron un comunicado de AFE haciendo público su rechazo en la ralentización de aprobación de estatutos y afirmando que
no les “temblará el pulso a la hora de tomar medidas claras y determinantes”. También la
Asociación de Clubes de Fútbol Femenino emitió un comunicado, defendiendo cualquier acción que decidan tomar las jugadoras y recordando que 12 de los 16 clubes tienen acuerdo en una propuesta de estatutos. Y durante los partidos del pasado fin de semana,
las jugadoras pararon 30 segundos, con algunas plantillas tapándose el logotipo de la RFEF con la mano. La última acción hasta la fecha fue una r
ueda de prensa de AFE el pasado martes 16, con 14 jugadoras representando nueve clubes y en la que futbolistas como Amanda Sampedro o Silvia Meseguer, mencionaron la posibilidad de ir a la huelga.
El caso agravante del Rayo Vallecano
Uno de los clubes representados en la reunión fue el
Rayo Vallecano, con su capitana del equipo,
Pilar García y Paula Andújar. Cada año que pasa, el equipo de Vallecas tiene más dificultades para poder realizar su trabajo como es debido y las jugadoras ya han denunciado la situación más de una vez. La última, el
6 de noviembre con un comunicado en el que se explicó que el equipo no tiene material básico deportivo, gimnasio, figura de delegado ni tampoco servicios médicos, algo que se notó en el partido del
Rayo contra el Athletic Club, ya que tuvieron que ser los médicos del equipo vasco que atendieran a la rayista Camila Sáez, tras sufrir un golpe en la cabeza. Más allá, las jugadoras no conocen su plan de viaje hasta el día anterior, no tienen acceso al párking del club, cobran una semana más tarde de lo estipulado en el Convenio Colectivo y, quizá el caso más extremo,
las casas que el club ofreció a sus jugadoras han dejado de ser pagadas y las afectadas se han visto en la calle.
Esta situación se puso en conocimiento de AFE y fue denunciada a Inspección de Trabajo en relación a discriminación en el ámbito laboral, en el que es el caso más extremo de maltrato al fútbol femenino. Con todas estas situaciones apilándose una encima de la otra, la paciencia de las futbolistas ha desaparecido y ellas mismas han vuelto a dar la cara, poniendo sobre la mesa la posibilidad de huelga. Eso sí, no todas las jugadoras ni todos los clubes se pueden sentir interpelados, tras ver la representación de solamente nueve equipos en la pasada reunión de AFE.