El zodiaco describe el signo Leo como “el de una persona dominante. Rey entre los humanos, de la misma forma que los leones son los reyes en el reino animal. Tienen ambición, fuerza, valentía, independencia y total seguridad en sus capacidades. No suelen tener dudas sobre qué hacer. Son líderes sin complicaciones - saben dónde quieren llegar y ponen todo su empeño, energía y creatividad en conseguir su objetivo. No temen los obstáculos - más bien crecen ante ellos”. Pero, ¿a santo de qué viene toda esta presentación? Os preguntaréis. Pues a razón de la protagonista que hoy os presentamos: Irina Uribe (Sant Fost, 1998).
La delantera del Seagull nació en el mes del rey de la sabana. Y parte de su trayectoria futbolística y evolución va ligada a su carácter, temperamento y ambición en el campo. De hecho, desde antes de empezar a dar patadas a un balón, ya le corría por las venas ése ADN competitivo y testarudo que la caracteriza hoy en día y le hace ser una depredadora de área.
“A mi siempre me ha gustado el fútbol, pero a mis padres no les hacía mucha gracia que me gustara. Me apuntaron a taekwondo, a ballet, a tenis, a inglés…a todas las extraescolares posibles…hasta que, un día, me dieron la oportunidad de hacer una prueba en el Espanyol, con 11 años. Mis padres tenían el convencimiento que no entraría. Con tan mala suerte que me cogieron. Hasta entonces no había hecho ningún entrenamiento y mi primera prueba fue en el Espanyol. A partir de ahí, mis padres se hicieron forofos, aunque rechistando al principio”, narra Irina. Como curiosidad, la delantera del Seagull compartió ingles extraescolar con Queralt Gómez (compañera de Irina en Seagull y actualmente en Eibar) y Alexia Putellas iba al mismo colegio que Irina. Era una señal del destino y el futuro sólo podía tener una trayectoria prometedera.
Desde que vistiera la banquiazul, Irina siempre ha sido la alumna aventajada en todas las categorías del fútbol base perico, yendo un paso (o incluso dos) por delante al resto de sus compañeras de su generación. En edad alevín ya competía con los equipos infantiles, con 14 años tuvo la oportunidad de ir convocada con la sub16 española y con 15 años llegó a debutar en Primera División, en el Sant Gabriel.
“Cuando llegué al Sangra, aún estaba en Preferente, con 15 años, pero empecé a entrar en dinámica de primer equipo, si no me coincidían ambos entrenamientos”.
Por aquel entonces, temporada 2013-2014, Dani Limones era el entrenador gabrielista y brindó a Irina el premio que ella misma había demostrado merecer en el campo. Fue ante el Granada. En la jornada 5 de liga. “Ni siquiera sabía que iba a jugar. Me llevaba muy bien con él. Me transmitió su confianza, que estuviera tranquila y llegué a jugar 20 minutos, marcando el quinto gol”, recuerda melancólica Irina.
Fotografía: Ana García
El olfato goleador de Irina destacaba y brillaba con luz propia y peregrinó de Sant Adrià de Besòs a Sant Joan Despí. El FC Barcelona B la amarró para su filial. El escudo tampoco le pesó en la Ciutat Esportiva Joan Gamper y completó un temporadón en mayúsculas con el segundo equipo azulgrana. Fue pichichi del equipo con 23 dianas y la segunda máxima goleadora en Segunda División, con tan solo 17 años. “Cuando te ficha el Barça siempre lo ves como una oportunidad de dar un paso adelante. Además, el año que llegué, teníamos un equipazo y quedamos campeonas: Aitana Bonmatí, Laia Aleixandri, Berta Pujadas, Berta Muñoz, Ona Batlle…muchísimas jugadoras que ahora están en Primera Iberdrola. Un equipo increíble. Muchas compañeras hicimos pretemporada pero yo no hice participación en partido oficial”, aún siendo pichichi y máxima goleadora aquella temporada.
“Me hubiera hecho ilusión llegar al primer equipo. En ese momento me hacía mucha ilusión y te queda esa espina clavada. He tenido ofertas de Primera pero no me quiero precipitar. Siempre tengo en cuenta las condiciones, requisitos y lugar. De momento no me compensaba para dejar a mi familia y el equipo en el que estoy. Llevo cuatro temporadas en Seagull y estoy muy contenta”, se sincera Irina.
Club y ciudad con la que orbita actualmente la felicidad de Irina. En marzo de 2017, se incorporó al Seagull, aún siendo juvenil de último año. “Jordi Ferrón me llamó a mitad de temporada y me ofreció incorporarme al primer equipo, cuando aún tenía 18 años y una plantilla con muchas jugadoras más mayores que yo. Si estoy en Seagull ahora es, en parte, gracias a él. Ha confiado mucho en mí para seguir en Badalona y , a pesar de mi carácter, me ha ayudado mucho y siempre he estado muy cómoda con él”, alaga la delantera de las gaviotas.
A pesar de destacar por su olfato goleador y tener una técnica prodigiosa, la posición de extremo izquierdo ha explotado aún más sus cualidades ofensivas, a pesar de tener que lidiar con su carácter. “Soy súper exigente, a veces incluso demasiado. Es un arma de doble filo. Cuando las cosas salen bien está genial pero, a veces, la autoexigencia no es muy buena. A mí me gusta superarme. Si este año hago 25 goles pues mejor que la anterior, que he hecho 20. Pero siempre nos debemos superar”, se define.
Un espejo para los más pequeños
Además de perforar las redes, Irina compatibiliza su labor de ‘killer’ con la de educadora en el fútbol base del Badalona, club de fútbol formativo de la ciudad. Desde hace tres temporadas lo compagina entrenando a los alevines escapulados. “Lo que más ilusión me hace es que llegue ya el domingo, tenga partido en casa y todos los niños me vengan a ver y me animen”, confiesa ilusionada.
Fotografía:
Alberto Estébanez
“Siempre les pongo muchas veces el ejemplo de mi equipo y flipan. Les pido aquello que yo hago en el campo o ejemplo de compañeras. Ellos vienen y ven que aquello que les exijo es real. Ellos confían en lo que les digo. Cuando les dices en los equipos que has jugado y te ven jugar, te piden que les enseñes técnicas nuevas. ¡Y yo encantada! Me encantaría que fueran como yo, o incluso mejor que yo. Me hace muchísima ilusión que vengan a verme porque así puedo celebrar los goles con ellos, así como yo lo hago con ellos en sus partidos”, declara expresiva una delantera que sueña siempre en grande y su que su límite siempre es dar un paso más adelante.