Lo que el fútbol moderno nos enseñó es que una tarjeta de crédito puede comprar cualquier sueño, que los músculos no se tonifican sin una bebida específica o que un buen atleta tiene que tener una hamburguesa en su estómago para poder correr. Cada nuevo trofeo tiene el apellido de una marca reputadamente conocida, lo que hace impensable que el deporte actual pueda triunfar si no se asienta sobre un buen fajo de billetes.
El fútbol moderno no tiene cabida en el barrio. Y si hay un barrio de fútbol, ese es Vallecas.
(Vallecas –dónde si no-, 1998) lleva el pecho marcado por la franja roja de una camiseta que ahora tendrá que dejar de vestir. Puede parecer un paso atrás, pero es un reencuentro con el fútbol.
Para mí, el fútbol es una forma de vida. Es algo que lleva conmigo desde que era bien pequeñita, no entendería mi vida sin él. Vivo en una urbanización en la que tenemos una cancha de baloncesto y me pasé la infancia jugando al fútbol allí, con niños, con niñas… también en las callejuelas de mi pueblo. Siempre estaba jugando al balón. Después, en el equipo del colegio, fútbol sala, fútbol siete, y de ahí al Palomeras, a jugar en un equipo femenino hasta que me fichó el Vallecas. Y llegó el Rayo.
El Rayo Vallecano es uno de los equipos más carismáticos del fútbol español. Su hinchada anima los noventa minutos, los del verde son parte del grupo, y, aunque se cuestione a la directiva, el sentimiento por la franja está por encima de todo. No se abandona. La vida pirata es así, contra viento y marea.
El Rayo es parte de mi vida. Desde siempre lo he vivido cerca, iba al estadio con mi familia, y no es solo un equipo de fútbol. Representa todos los valores que quiero en mi vida. No tuve suerte con los minutos, en tres años he ido de más a menos, cuando lo normal es que sea al revés. Las circunstancias son así y hay que aceptarlas y trabajar por intentar cambiarlas. Este último año ha sido muy duro. No tuve los minutos que quería y eso es difícil de sobrellevar cuando eres futbolista, cuando lo único que quieres es jugar al fútbol.
Ser futbolista, futbolista de verdad, lleva implícita la responsabilidad por ayudar al equipo, por poner el grano de arena que haga la montaña definitiva para sumar, para crecer, para alcanzar los objetivos. Ver los partidos desde el banquillo es incómodo. Y más para una delantera.
Se junta la ansiedad por jugar con la ansiedad por el gol. Sí que es cierto que nunca he tenido mucha ansiedad por marcar, porque siempre que he tenido continuidad he hecho goles, pero este año, sin minutos, no podía hacer un juego de calidad. No me daba tiempo a hacer mucho en el campo. Eso da impotencia. Sabía que con más minutos podía sacar la faceta goleadora que me hubiera gustado.
Quienes han compartido con Ángeles el paso por el equipo de su vida, saben bien lo que significaba para ella vestir la franja. Es el caso de Paula Andújar, defensa del conjunto vallecano:
Ángeles es ADN rayista puro. Solo hace falta ver la cara de ilusión que tenía cuando jugamos en el estadio para darse cuenta de lo que significaba para ella. Es una jugadora que siente el barrio, y no de palabra: se involucraba en todos los actos que hacía la afición, incluso durante el confinamiento hizo un bingo para recaudar fondos para los más necesitados de Vallecas. Sus valores son los del barrio y los del Rayo, lo ha demostrado siempre. En lo futbolístico, ha demostrado cada vez que ha tenido la oportunidad que tiene nivel para jugar en este equipo. Ángeles es gol, y en el nuevo destino lo demostrará. Volverá a disfrutar del fútbol, que es lo que necesita y lo que merece. Como compañera siempre tenía una sonrisa para aportar energía positiva en los días malos, compartir día a día con ella, viajes, entrenamientos, partidos… este vestuario y esta afición la va a echar mucho de menos, pero tiene que aprovechar la oportunidad, y solo queda esperar a que pueda volver a vestir la franja y triunfe aquí.
Al final, la vida deportiva está compuesta de decisiones, y, cuando se cierran puertas a jugar donde el alma te pide que juegues, tienes que buscar salidas para poder reencontrarte con el fútbol. Muchos aficionados se vieron sorprendidos por el anuncio del Parquesol. Una jugadora con los registros goleadores de Ángeles del Álamo -10 goles en 20 titularidades en Primera Iberdrola, enchufándole a Barça y Atleti por el medio- fichaba por un equipo de la parte baja del Grupo Norte de Reto Iberdrola.
Mi mentalidad es que ese paso atrás que verá la gente desde fuera es necesario. Si es un paso atrás, es porque puedo dar dos adelante yendo al Parquesol. Este año sentía que no estaba disfrutando de lo que más me gusta, que es del fútbol. Y eso se hace muy cuesta arriba. Aquí se me da la oportunidad de volver a sentirme futbolista.
Pero el proyecto del Parquesol para la próxima temporada es totalmente distinto a lo que hemos visto en la pasada. Se han reforzado línea por línea para crear una estructura que les aúpe a los primeros puestos de la clasificación, con jugadoras jóvenes y de calidad que llevan años forjándose en la batalla de los mejores equipos de la actual categoría de plata.
Mucha gente me ha hablado muy bien del equipo. Me enfrenté a ellas cuando estaba en el Vallecas, lo conozco como rival, y es un equipo que siempre estaba arriba, el equipo a batir. Conozco jugadoras que han pasado por allí y me han dado referencias. Pero el aspecto diferencial que me motiva a ir a Parquesol es el entrenador, Rubén. Tengo muy buenas referencias suyas, creo que puedo aprender mucho con él y me puede explotar. Es un año que bajo de categoría, pero que me va a servir en muchos aspectos.
El sentimiento es recíproco:
La conozco desde el Vallecas –dice su futuro míster, Rubén Jiménez- sin duda era la jugadora más importante que tenían. Era la máxima goleadora del equipo y de cada categoría en la que competía. Delantera centro de referencia, muy peligrosa cerca del área, rematadora y con un trabajo colectivo que pocas hacen. Destaca por su olfato de gol, se puede tirar ochenta minutos sin hacer nada, pero si tiene una ocasión la va a meter. Llevo pensando en ella varias temporadas, pero era imposible hacer que se planteara venir a Parquesol, sus números en el Rayo son escándalos sin apenas jugar, es la delantera con mejor promedio de minutos/goles desde que llegó hace tres temporadas a Primera. Además, es una jugadora profesional de los pies a la cabeza, disciplinada, con un carácter competitivo enorme y con los objetivos muy claros. Ella quiere triunfar y vivir del fútbol, y tiene todas las condiciones para conseguirlo. En el Rayo tuvo mala suerte porque había jugadoras muy importantes en su puesto, pero con continuidad hubiera podido demostrar que es una jugadora de Primera División. Estoy seguro de que con nosotros va a demostrarlo, hemos acertado con un fichaje muy importante que nos va a permitir competir contra todos, celebrar muchos goles y muchas victorias con ella.
Aunque el foco mediático se lo lleve la Primera Iberdrola, Reto no es, ni mucho menos, una categoría fácil. Es el paso necesario para el crecimiento del fútbol femenino español. Tanto en el grupo Norte como en el Sur, los filiales de los mejores equipos de Primera compiten de tú a tú con proyectos destinados al ascenso.
Reto ya no es el antiguo grupo de Nacional, que estaba tan descompensado. Es una categoría muy bonita, cada año será más exigente y más profesional. De este año espero ser un equipo competitivo que luche todos los partidos, que nos vayamos a casa orgullosas del trabajo hecho, y en el aspecto personal, volver a ilusionarme.
En un momento en el que la profesionalización de la competición está en boca de periodistas y aficionados, quienes de verdad han notado el cambio han sido las jugadoras. Ángeles del Álamo es una de esas niñas que empezaron a jugar en peores condiciones de las que se despide -de momento- de la máxima división del fútbol femenino español.
Me quedo con ver que en los equipos que apuestan por el fútbol femenino, si apuestan de verdad, se nota muchísimo el cambio. Estamos en un punto en el que si se realizan apuestas fuertes por nosotras, se nota. Quizás se note más fácil en la clasificación, ahí se ve quiénes cuidan a sus jugadoras, en que las jugadoras hablan bien del club y sienten que se las cuida y se las trata como profesionales y no como las chicas que van a entrenar en las últimas horas a los campos, como se las trataba antes. He estado solo tres años en Primera, pero de mi primer año en el Rayo al último se nota la diferencia.
Con 22 años recién cumplidos pertenece a una generación de oro de nuestras futbolistas. Una generación que va de los diecisiete a los veinticinco años, que ha aportado grandes éxitos al fútbol femenino español a nivel de selecciones, pero que también está llamada a provocar una revolución en cuanto a clubes.
Esta generación va a notar el paso y los avances por los que han luchado las mayores. Vamos a poder disfrutar de todas las ventajas que se están consiguiendo y las que quedan por conseguir. Hay mucho nivel, desde la base a las niñas las entrena gente con titulación, que entiende el fútbol. Ya no nos entrena el padre de una niña que quiere jugar al fútbol, ya hemos conseguido que nos entrenen profesionales desde edades muy tempranas. Las niñas cada vez van a llegar más preparadas a la élite, y esta generación va a tener la suerte de vivirlo, de poder disfrutar lo que han hecho las que iban por delante.
Para ella, toca esperar. Al menos durante una temporada tendrá que morder barro para volver a la máxima categoría del fútbol femenino nacional.
Nos veo arriba. Si no me hubiesen ofrecido un proyecto motivador y ambicioso no estaría aquí. Quiero jugar, pero sobre todo quiero estar arriba y luchar por algo bonito, no por lo que estoy acostumbrada en toda mi carrera futbolística que siempre ha sido pelear por no descender. Creo que tenemos equipo para ello y ojalá sea así y podamos disfrutar de un año bonito.
El curso pasado, el Rayo Vallecano fue una de las revelaciones del torneo. En las quinielas, ningún experto contaba con que finalizara en un octavo puesto que, vistas las actuaciones, incluso sabe a poco. Fueron la sorpresa, dieron la campanada hasta empatando con el todopoderoso FC Barcelona, en un tropiezo memorable, logrado a base de casta, orgullo y corazón. Le toca repetir la dinámica con un Parquesol imprevisible, aunque podría haberse decantado por seguir en Primera (ofertas no le faltaban) o engrosar las filas de otros gallos de Reto.
Sin el corazón el fútbol no tendría sentido. Entiendo el fútbol como puro sentimiento. No tiene sentido para mí optar por ofertas económicamente mayores que he tenido en la mesa este año. Confío en que ya habrá tiempo de ganar dinero, para mí moverme por el corazón es lo más importante.
Las despedidas no son fáciles. Pero uno siempre sabe que de casa no se despide. De casa se va para poder volver. Para regresar más fuerte, con más experiencia, con más aprendizaje, con más valor.
Cuando lancé la carta de despedida tenía miedo a cómo se lo iba a tomar la afición, pero me quedé sorprendida de los mensajes que recibí. Me voy triste, pero también feliz, sabiendo que la gente me quiere, que me he hecho un hueco en la historia del rayismo, que la gente lo ve, lo aprecia, y te lo agradece con sus palabras. Para mí eso es muy importante. Sigo siendo de Vallecas, soy una más de esa afición. Aunque lo tenga que seguir ahora de lejos. El Rayo sigue dentro de mí y lo seguiré desde donde sea. Me encantaría volver algún día y vivir muchos sueños que me quedan por cumplir con la franja.